Ella era pequeña pero indisoluble,
Los ojos más negros que nadie vio por esos lares,
Su olor era una mezcla de sudor y tierra,
Sus dulces pies descalzos, mojados por el rocío de la mañana,
Su piel de color madera se mece junto al sol
Un día como tantos otros, fue a lavar junto al arrollo
La vio; era larga e interminable,
Estaba suspendida entre las aguas
Cuando escuchó una voz,
Buscó adentro del arrollo con el rostro alerta,
- “te estaba buscando”- silbó la voz de mujer vividora,
Exprimidora de hombres y miserias,
Inquietante en el placer y en la lucha
Dejó las ropas que lavaba a un lado y la escuchó....
En las palabras de la desconocida reconoció su vida y su destino;
Quiso unirse, plasmarse y ser otra.
Ser la mujer sufriente que nunca pudo ser,
La castigadora de placeres secretos que nunca conocería,
Quiso nacer de nuevo y vivir muchas vidas,
Quiso huir de ahí y a la vez quedarse;
Rasguñando, arrastrándose siguió a la mujer al fondo del arrollo.
La encontraron a los días siguientes
Pálida y fría
Pero en el rostro había una mueca de sonrisa
Ya no era ella, eran todas de nuevo.


Bonitas muñecas.
ResponderEliminarMe encantó tu poema.Bonitas imágenes poéticas. Gran ritmo y mejor final. Te felicito.
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