Matilda


Recuerdo haberme sentido poderosa con un libro bajo el brazo, esa sensación de poder nunca había sido tan patente como esa vez a los 11 años esperando el bus que me traería de vuelta a la casa. En eso quizás me parezco a Matilda esa película de la niña que ama los libros por sobre todas las cosas.
En solo dos ocasiones me había sentido así, una con los libros y otra con la música, el rock en especial. Desde que tengo uso de razón he estado en bibliotecas, ya sea las de la escuela pero esta vez escribiré de unas en específico, las bibliotecas públicas. Hace 19 años, el entretenimiento de una niña de 10 años consistía en ver Televisión (y la televisión era malisima sin contar con los horarios de restricción que habían en mi casa) o salir a jugar con las amigas, no había celulares ni internet ni las tribus urbanas. En mi caso siempre estuvieron los libros, desde que fuí la primera vez sola a la megaultra biblioteca de mi Colegio en mi primera infancia en Perú descubrí a los 7 que podía acceder a ellos solo teniendo una tarjetita identificatoria y nuevos mundos se me abrian como por arte de magia, lo malo de la biblioteca esa es que la encargada solo te dejaba acceder a la sección infantil y tenías que pedir los títulos que ella te recomendaba, no había acceso libre a las estanterías ni nada parecido.
Lo primero que hice al llegar a Chile y al pueblo donde definitivamente nos instalaríamos fué ir a la biblioteca, lo mejor de todo es que quedaba al lado y no me refiero esto en términos metafóricos sino visceralmente literales, allí abrí mi primer carnet de lectora auspiciada por la DIBAM, la encargada y quien aún lo sigue siendo después de 19 años La Señorita Isabel, ella me dejó libre albedrío para elegir mis lecturas, subir anaqueles, los libros de los envíos que llegaban cada año los tenía que inagurar yo, no hubo libro en el cuál no estuviera mi nombre en su ficha, luego la Biblioteca cambió de lugar y años después cuando me fuí del pueblo se quemó noticia que me impactó pues esos libros habían acompañado mi infancia y andie hizo mucho para salvarlos (es decir romper lapuerta y salvar los libros), debo decir que esa biblioteca tenía las mejores ediciones y una variedad de libros sin contar con películas en VHS que vi en su momento, con el tiempo construyeron otra y tiene al menos 2.000 usuarios.
Con el tiempo la biblioteca de mi pueblo se me hizo poca y como estudiaba en Lautaro pues me incscribí a la Biblioteca Municipal, sumado también a los libros de la escuela o el liceo, algún profesor dealer o que se yo. Pero debo mencionar la Biblioteca Galo Sepúlveda de Temuco, en sus estanterías (cuando dejaban escudriñarlas con libertad, no se robaban los libros y no había buscador en la intranet) habían tesoros como El Hombre que ríe de Victor Hugo antigua edición de dos lineas en una pàgina, una edición con páginas de biblia de Louys Pierre, unas de Giovani Papini, casi toda la colección de la Beavouir, Balzac en todas sus formas, De Rokha, Juan Emar, etc. Ultimamente las bibliotecas han incluido biblioredes, así que el público ha ido variando, pero así son los tiempos, todo cambia pero aún el libro digital no ha logrado interesarme, a lo más Fahrenheit 451 aún espero ser algún libro...
En solo dos ocasiones me había sentido así, una con los libros y otra con la música, el rock en especial. Desde que tengo uso de razón he estado en bibliotecas, ya sea las de la escuela pero esta vez escribiré de unas en específico, las bibliotecas públicas. Hace 19 años, el entretenimiento de una niña de 10 años consistía en ver Televisión (y la televisión era malisima sin contar con los horarios de restricción que habían en mi casa) o salir a jugar con las amigas, no había celulares ni internet ni las tribus urbanas. En mi caso siempre estuvieron los libros, desde que fuí la primera vez sola a la megaultra biblioteca de mi Colegio en mi primera infancia en Perú descubrí a los 7 que podía acceder a ellos solo teniendo una tarjetita identificatoria y nuevos mundos se me abrian como por arte de magia, lo malo de la biblioteca esa es que la encargada solo te dejaba acceder a la sección infantil y tenías que pedir los títulos que ella te recomendaba, no había acceso libre a las estanterías ni nada parecido.
Lo primero que hice al llegar a Chile y al pueblo donde definitivamente nos instalaríamos fué ir a la biblioteca, lo mejor de todo es que quedaba al lado y no me refiero esto en términos metafóricos sino visceralmente literales, allí abrí mi primer carnet de lectora auspiciada por la DIBAM, la encargada y quien aún lo sigue siendo después de 19 años La Señorita Isabel, ella me dejó libre albedrío para elegir mis lecturas, subir anaqueles, los libros de los envíos que llegaban cada año los tenía que inagurar yo, no hubo libro en el cuál no estuviera mi nombre en su ficha, luego la Biblioteca cambió de lugar y años después cuando me fuí del pueblo se quemó noticia que me impactó pues esos libros habían acompañado mi infancia y andie hizo mucho para salvarlos (es decir romper lapuerta y salvar los libros), debo decir que esa biblioteca tenía las mejores ediciones y una variedad de libros sin contar con películas en VHS que vi en su momento, con el tiempo construyeron otra y tiene al menos 2.000 usuarios.
Con el tiempo la biblioteca de mi pueblo se me hizo poca y como estudiaba en Lautaro pues me incscribí a la Biblioteca Municipal, sumado también a los libros de la escuela o el liceo, algún profesor dealer o que se yo. Pero debo mencionar la Biblioteca Galo Sepúlveda de Temuco, en sus estanterías (cuando dejaban escudriñarlas con libertad, no se robaban los libros y no había buscador en la intranet) habían tesoros como El Hombre que ríe de Victor Hugo antigua edición de dos lineas en una pàgina, una edición con páginas de biblia de Louys Pierre, unas de Giovani Papini, casi toda la colección de la Beavouir, Balzac en todas sus formas, De Rokha, Juan Emar, etc. Ultimamente las bibliotecas han incluido biblioredes, así que el público ha ido variando, pero así son los tiempos, todo cambia pero aún el libro digital no ha logrado interesarme, a lo más Fahrenheit 451 aún espero ser algún libro...
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